Fuente: Saludactual.cl

La dermatitis atópica es  una enfermedad multifactorial que aparece por la  interacción de factores genéticos, ambientales, defectos en la función barrera y una serie de factores inmunológicos. Es una enfermedad con  un  gran impacto en la calidad de vida de los pequeños pacientes y sus familias y se relaciona con un alto ausentismo escolar.

La dermatitis  atópica  afecta alrededor del 15% de la población  general y constituye uno de los principales motivos de consulta en dermatología pediátrica.  Se observa más frecuentemente en países desarrollados, y puede exacerbarse más  en con el clima frio y seco.  Es una reacción alérgica que se caracteriza por presentar una piel  muy seca, enrojecida,  con áreas agrietadas, engrosadas que ocasiona mucha rasquiña.  La edad de inicio es entre el 1er y segundo año de vida y en la mayoría de los casos mejora en la adolescencia. Sin embargo puede persistir o  presentarse en la adultez. El curso de la enfermedad es crónico con periodos de exacerbaciones y mejoría.

Un niño que desarrolla dermatitis atópica puede cursar además con rinitis y/o conjuntivitis y más tarde asma bronquial, y es lo que se conoce como marcha atópica.

La distribución y las características  de  las lesiones van cambiando de acuerdo con el crecimiento del niño. En los bebés, las lesiones ocurren por lo general en el cuero cabelludo,  y cara. En cambio, en la niñez y primeros años de la adolescencia, las lesiones aparecen en los pies, áreas flexoras (pliegue anterior del codo, pliegue posterior de la rodilla) y en el cuello. Adicionalmente estos pacientes tienen la piel pálida, con ojeras prominentes entre otras.

El tratamiento de la dermatitis atópica debe ser explicado ampliamente a familiares, cuidadores y por supuesto al pequeño paciente. El objetivo del tratamiento es mejorar la barrera cutánea del paciente, es decir mejorar la hidratación de su piel y de esta forma reducir las recaídas y los molestos brotes que pueden presentarse. 

La piel del niño atópico tiende a irritarse fácilmente, por lo que se recomienda que el paciente se bañe con agua tibia, de una manera rápida con poco jabón y evitar el uso de estropajos, guantes o esponjas para friccionar la piel.  El momento del baño debe ser placentero para el niño y sus padres, favoreciendo el contacto de piel a piel  y mejorando el vínculo familiar.  El secado de la piel debe realizarse con unos toques suaves, sin frotar la piel, y antes de terminar el secado se debe aplicar la  crema  hidratante en todo el cuerpo. Estos productos para la piel no deben contener alcohol, color, fragancias  etc. Por otra parte, aunque es un tema muy controvertido  en algunos pacientes se sugiere evitar el consumo de alimentos que producen alergia, como el huevo, berries (frutilla, arándano, frambuesa, etc.), tomate, chocolate, queso y pescado.

Los corticoides tópicos de ser necesarios deben usarse por periodos cortos  y siempre supervisados  por el dermatólogo tratante, pues si bien son medicamentos altamente efectivos, su uso indiscriminado puede traer importantes efectos adversos. Otros medicamentos empleados  ocasionalmente son  antibióticos orales y tópicos, inhibidores de la calcineurina etc. En casos severos se disponen de inmunomoduladores y  novedosas medicinas de terapia biológica que pueden devolverle la calidad de   vida a los pacientes y sus familiares.

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